El antropólogo
indio Chandra Thapar ha realizado una investigación sobre culturas extranjeras
cuyas costumbres son semejantes a las de su país. Una le ha fascinado
especialmente, debido a que veneran a un animal como ser sagrado, igual que
sucede en la India con las vacas.
La tribu estudiada
por el señor Thapar se llama asu y está situada en el continente americano al
norte de los tarahumara, en México. Aunque parece una sociedad muy desarrollada
en su modo de vida, tiene una preocupación fundamental: el cuidado y la
alimentación del rac, animal de mayor tamaño que el buey. Es de condición
fuerte y briosa.
En la tribu asu la
posesión de uno o más racs se ha convertido casi en una obligación social. Así,
quien no posee al menos uno está mal considerado por el resto de la comunidad
porque hay que ser demasiado pobre para no poder mantener estas bestias.
Algunos miembros de la tribu aumentan su prestigio social a base de poseer un
rebaño de racs.
El talón de Aquiles
de este animal es su respiración, que no es muy sana. Por otra parte, no suele
durar más de cinco o siete años. Todos los años cada familia invierte mucho
dinero para mantener sano y calzado a su rac. Este animal tiene una tendencia
continua a desgastar calzado.
Cada comunidad
tiene un especialista en rac, incluso más de uno si la comunidad es rica. Para
conseguir las habilidades necesarias para tratar los problemas del rac,
precisan un largo período de adiestramiento y experimentación. Por tanto,
cuando un hombre de la tribu necesita tratar a su rac enfermo debe pagar las
facturas por su trabajo a estos especialistas.
En muchas
comunidades asu, algunos jóvenes al llegar a los dieciséis años pasan los
rituales de la pubertad. Uno de ellos está relacionado con el rac. El joven debe
realizar una oración sagrada en un gran templo. Entonces se le inicia en las
ceremonias del cuidado del rac y se le permite poseer uno. Aunque el rac puede
ser utilizado como animal de carga, tiene muchos hábitos que en otras culturas
serían considerados como nocivos para la vida de la sociedad.
En primer lugar, la
raza rac está incrementando su población muy rápidamente; los hombres de la
tribu asu no han pensado todavía en frenar el aumento. Por tanto, los asus
deben construir más y más pastos para que los racs se muevan. Por otra parte,
su delicada salud y el gusto por correr con otros racs a altas velocidades
exigen la preparación de áreas especiales. El costo de allanar la tierra es
demasiado alto para que lo acometa cualquier individuo, así que se convierte en
un proyecto de la comunidad. Cada hombre contribuye pagando una tasa anual para
crear nuevos pastos y mantener los viejos. Se necesitan tantos pastos, que
algunas personas tienen que trasladar sus casas de lugar para que los pastos de
los racs sean lo más rectos posible a fin de evitar que los animales se hagan
daño.
El doctor Thapar
observó también que los excrementos del rac no pueden ser usados como
combustible, ni como fertilizante, ya que son muy sucios y totalmente
inservibles. Lo peor de todo es que el rac puede desbocarse fácilmente, y
cuando corre cuesta abajo en sus pastos es más terrible que una estampida de un
rebaño de vacas. Se estima que el rac mata a miles de asus en un año.
A pesar del alto
costo de su mantenimiento, el daño que hace a la tierra y sus hábitos
destructivos, los asus todavía lo consideran como esencial para la
supervivencia de su cultura.
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