Primera
presidencia de Yrigoyen
El primer gobierno
de Yrigoyen (1916-1922) representó un cambio político, al desplazar a los grupos
conservadores del poder, aunque tuvo aspectos en común con éstos; en parte, por
la procedencia social e intereses similares de los líderes del radicalismo y
del conservadorismo (por ejemplo, la mayoría de los integrantes del gabinete de
Yrigoyen pertenecían a instituciones como la Sociedad Rural).
Hubo otras
circunstancias políticas que explican las continuidades con los anteriores
gobiernos conservadores. Por ejemplo, perduró la imposición del poder ejecutivo
nacional sobre los gobiernos provinciales, y el lugar secundario otorgado al
congreso. En efecto, la intervención federal y las decisiones por decreto
fueron características del gobierno radical, debido a que luego de las
elecciones de 1916 la mayoría de las provincias y el senado siguieron bajo
control conservador. Así, hubo 20 intervenciones federales, 15 de las cuales
fueron sancionadas por decreto.
Tales decisiones
tensaron las relaciones con la oposición.
La actitud del
gobierno con la protesta social osciló entre la negociación y la represión.
Durante las huelgas de portuarios (1916) y ferroviarios (1917 y 1918), el estado
asumió una posición de arbitraje que favoreció, en general, a los huelguistas.
Esto provocó que fuera acusado de "obrerista" y que se formaran organizaciones
patronales, como la Asociación Nacional del Trabajo, que combatieron
activamente las huelgas.
Tales reacciones
estuvieron alentadas por el temor de ciertos sectores de la sociedad a una expansión
internacional del comunismo. La expresión más dramática de esto fue la "Semana
Trágica", en enero de 1919, cuando la represión del ejército contra
metalúrgicos en huelga provocó gran cantidad de muertos y heridos entre los
obreros. En ese contexto, grupos civiles armados (como la Liga Patriótica Argentina)[1] atacaron
a la comunidad judía de la ciudad de Buenos Aires. Estos aspectos se repitieron
durante la protesta de trabajadores rurales de la Patagonia en 1921 y 1922. En
esa oportunidad, se conjugaron, otra vez, la represión militar y la
intervención de la Liga Patriótica, ante la cual el gobierno tuvo una actitud pasiva.
Otra característica
central del yrigoyenismo fue el aumento del gasto del estado, que se tradujo en
una expansión del empleo público y los servicios sociales.
En 1919 y 1921 se
crearon las universidades nacionales de Tucumán y Santa Fe, con lo que el gobierno
ratificó su apoyo a la reforma universitaria iniciada en Córdoba, en 1918. Ese
año, estudiantes vinculados con el radicalismo lucharon para lograr la
autonomía universitaria, modificar los planes de estudio, poner fin a la
influencia clerical en la educación superior y mejorar los mecanismos de
selección de los docentes, a fin de asegurar las cátedras para los más aptos y
ampliar la base social universitaria.
Sin embargo,
también es cierto que el gasto público fue direccionado a financiar el aparato
político del radicalismo, ganar adhesiones y premiar a los partidarios a través
de puestos burocráticos. Estas prácticas lograron consolidar al yrigoyenismo
durante los últimos años de su primer gobierno.
Empero, en los
círculos conservadores, las prácticas del oficialismo y los fracasos
electorales generaron escepticismo sobre los beneficios de la reforma de 1912 y
el sistema democrático.
Un
nuevo presidente de la UCR: ¿continuidad o diferencia?
La presidencia de
Alvear (1922-1928) transitó por carriles distintos de los del primer gobierno
de Yrigoyen.
Por un lado, a
mediados de la década de 1920, se recuperó significativamente la economía y se logró
estabilidad social.
Por otra parte, el
estilo de liderazgo de Alvear fue muy diferente del de su antecesor. El
carácter plebeyo del yrigoyenismo desapareció con Alvear. Estos contrastes, por
lo general, se atribuyeron a las diferencias sociales que separaban a Yrigoyen
de Alvear. Si bien en el yrigoyenismo había hombres de familias tradicionales,
Alvear y gran número de sus ministros pertenecían a los sectores más
encumbrados de la sociedad.
Una de las medidas
más importantes aprobada por el gobierno fue la reforma arancelaria de 1923, que
establecía el aumento de los impuestos a la importación. La medida, si bien
protegió la industria nacional, tuvo el objetivo de aumentar los ingresos del estado
ante el desequilibrio entre entradas y gastos.
Entre las
diferencias más importantes con el gobierno anterior, puede mencionarse el
mayor protagonismo del poder legislativo y el manejo más cuidadoso del gasto
estatal, lo que frenó la expansión del empleo público (esto tuvo costos
políticos para el presidente, ya que generó descontento en el aparato partidario,
acostumbrado al financiamiento del periodo de Yrigoyen).
La crisis interna
se tradujo en la división del partido entre yrigoyenistas y antipersonalistas,
hacia 1924. Los conflictos afectaron la gestión del gobierno, porque los
yrigoyenistas (que eran mayoría en la cámara de diputados) bloquearon
sistemáticamente los proyectos del gobierno. En este contexto, el radicalismo
yrigoyenista ganó paulatinamente el apoyo popular, mientras conservadores,
radicales antipersonalistas y socialistas carecían de fuerzas para oponérsele.
La
reelección de Yrigoyen
Yrigoyen fue
electo, por segunda vez, en 1928, con el 57 por ciento de los votos.
Durante su
presidencia, el gasto público volvió a subir, la inestabilidad económica
comenzó a hacerse sentir y, en 1929, el descenso de los precios de las
exportaciones argentinas y la caída de las inversiones generaron un cuadro de
desequilibrio entre gastos e ingresos. Entonces, a comienzos de 1930, el gobierno
redujo el gasto público, lo que le quitó respaldo popular y partidario al
presidente.
Por otra parte, el
rotundo triunfo de Yrigoyen acentuó el descontento entre los conservadores, y renovó
el escepticismo sobre la ley Sáenz Peña y el sistema democrático. A esto se
sumaron las acusaciones sobre la demagogia yrigoyenista. Se generó, así, la
opinión de que el derrocamiento de Yrigoyen era una necesidad impostergable.
Otro motivo de
conflicto fue el petróleo. El eje de la disputa fue la intención de la compañía
estadounidense Standard Oil de explotar yacimientos en Salta. Hasta entonces,
la extracción de petróleo y la distribución de combustible había sido una
actividad que compartían YPF (creada por Yrigoyen, en 1922, y fortalecida
durante la gestión del general Mosconi, designado por Alvear) y compañías
privadas nacionales. La Standard Oil había obtenido el apoyo de la clase
política conservadora provincial, mientras que el yrigoyenismo sostenía que,
como las reservas petrolíferas eran un recurso estratégico para el desarrollo,
debía impedirse la penetración de capital extranjero.
Finalmente, otro
importante foco de tensión se ubicaba en las fuerzas armadas. La injerencia del
Ejecutivo en las promociones y ascensos (para favorecer a sus simpatizantes)
había sido una práctica que había generado antipatías contra Yrigoyen durante
su primera presidencia. El malestar se renovó en su segundo mandato, cuando la
intervención de las fuerzas armadas en la política comenzó a ser reivindicada
por los sectores más radicalizados de la oposición, influenciados por el éxito
del autoritarismo en Europa.
Todos estos
factores, además de las dudas sobre la capacidad de un presidente ya anciano,
se conjugaron en el golpe de estado del 6 de septiembre de 1930.
[1] La Liga Patriótica Argentina
fue una organización política de ultraderecha, conducida por miembros de las
familias tradicionales de la sociedad, que desplegó un amplio abanico de
acciones públicas. Por ejemplo, sus grupos de choque atacaron sindicatos, agrupaciones
de izquierda, anarquistas y judíos durante la "Semana Trágica" y las
huelgas de la Patagonia; por otra parte, la Liga también alentó y organizó
actividades de beneficencia y caridad.
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