Para tener una
clara visión del significado de la DSN, aplicada en los países de Latinoamérica,
es necesario efectuar un análisis de la realidad política y económica de este
subcontinente. El segundo de los términos nos indica un estado generalizado de
subdesarrollo crónico aunque algunas gradaciones, aparentemente menos
profundas, introduzcan falsas esperanzas para la reversión de ese estado. Las
sociedades latinoamericanas están informadas, en mayor o menor medida, por los
síntomas característicos del subdesarrollo: bajos ingresos en las capas
mayoritarias, alto nivel de desempleo y/o subempleo, elevada tasa de inflación
que repercute negativamente sobre los bajos salarios (pues los desvaloriza al
ser cobrados con posterioridad al alza de los precios), alimentación con
calorías por debajo de la media normal, escasez de vivienda e imposibilidad de
acceder a ella (con el consiguiente incremento de las villas marginales), situación
de creciente analfabetismo, difícil acceso a los sistemas de salud y elevada
mortalidad infantil, elevada y creciente deuda externa (que impone mayor
recesión y recorte salarial), escasas posibilidades de crecimiento y, aun,
sobrevivencia de la pequeña y mediana empresa (que se ve limitada por la
recesión y por los altos intereses del crédito orientado hacia el beneficio del
capital financiero monopólico), etc. La lista de efectos negativos se puede
hacer interminable, pero lo expuesto es suficientemente elocuente para
proporcionar una clara idea de los problemas que afectan a la región.
En contradicción
con las condiciones anteriormente enunciadas, en los países de América Latina
subsiste una minoría, que en parte se vincula con intereses externos y ostenta
una posición de privilegio económico, que es favorecida con las condiciones
generales de subdesarrollo y miseria y con la implementación de políticas
económicas cuyo resultado es una transferencia de recursos de los sectores
asalariados y de la pequeña y mediana empresa hacia el capital monopólico. De
esta manera se produce una constante concentración del capital y se agranda la
brecha (no de los sectores marginados, a quienes ni siquiera se les puede
despojar de un salario que no perciben) entre la mayoría de la sociedad y la
clase dominante. Paralelamente a este proceso (con la filosofía más crudamente
consumista) se impulsa a todos los sectores de la sociedad, sin distinción, a
consumir lo que el voraz sistema ofrece y que va consolidando la falsa creencia
que el valor constitutivo máximo del ser humano es poseer. Se introduce así una
viciosa contradicción: los miembros de la sociedad son incitados a consumir, y
por otro lado se les impide el acceso a las posibilidades de hacerlo. Las
condiciones expuestas forman parte de la civilización "occidental y
cristiana" y del "ser nacional" que declaran defender los
sostenedores de la DSN.
La transformación
de las estructuras que sustentan el subdesarrollo y el consecuente privilegio
seria de fácil ejecución si no fuera por la oposición de los intereses que se
benefician con esta situación. Ellos son el capital financiero internacional y
el gran capital vernáculo y extranjero que domina los sectores agropecuarios e
industriales y también se beneficia de las manipulaciones especulativas del
primero. Los sectores políticos populares, los sindicatos democráticos, los
grupos intelectuales y una gran mayoría de las sociedades latinoamericanas han
efectuado un diagnóstico correcto acerca de quiénes son sus enemigos y cómo se
debe hacer para derrotarlos en el marco de los cauces constitucionales y
democráticos. Y es aquí donde radica la cuestión y se formula la DSN.
La burguesía liberal
levantó las banderas de los derechos individuales y políticos de la libertad de
opinión y de expresión, que se exteriorizan en la libre asociación y en el
derecho a publicar las ideas por la prensa; todas estas banderas le fueron
útiles para lograr el acceso al poder y consolidar el más importante de sus
intereses, por no decir el único verdadero, que es el control de los medios de
producción. Una vez logrado este objetivo, la preservación de los otros
derechos es asegurada en la medida que no ponga en peligro el fundamental: el dominio
de los medios de producción. Esto, en las sociedades desarrolladas, resulta
relativamente fácil, por lo menos después de la segunda guerra mundial, porque
hacia ellas se dirigen los flujos financieros del mundo, las inversiones auténticas
del capital y así monopolizan el mercado internacional con sus exportaciones. Además,
pese a serias contradicciones que aún no se manifiestan en su plenitud, existe
una cooperación entre los países del mundo occidental desarrollado que los pone
a cubierto de los deterioros económicos que padecen las naciones
subdesarrolladas. El Plan Marshall, implementado a partir de 1947, fue una
concluyente demostración de esta afirmación.
En las naciones
subdesarrolladas, la preservación de los derechos declarados por el ideario
liberal-burgués se vuelve en contra de sus mentores originales. Los institutos
de libertad sancionados por el estado de derecho pueden convertirse, y se
convierten en el caso de que puedan ejercitarse libremente, en un instrumento
poderoso para los sectores que con legitimidad cuestionan los absurdos y
expoliadores privilegios. Es por esto que se buscan nuevos institutos para
impedir el disenso. El estado de derecho entonces no se ajusta a las
necesidades de los sectores dominantes y tiene que ser suplantado por un
instrumento que se adecue a otro funcionamiento, a uno que elimine el peligro
de cambio. Es aquí donde aparece la DSN.
Antecedentes
institucionales
El fin de la
segunda guerra mundial introdujo una serie de importantes modificaciones en la
política internacional. Inglaterra, que había iniciado desde décadas atrás su
decadencia, cedió a EE.UU. el liderazgo del mundo occidental y la URSS se
convierte en el país que hegemoniza el mundo socialista que contrapesa el
poderío norteamericano; en tanto que, por otro lado, quedan zonas abiertas
donde se produce un avance comunista: China, en donde Mao Tse-Tung tomó el
poder en 1949 y Grecia, en donde la posibilidad que triunfara el comunismo
hacía peligrar la situación de equilibrio en Europa, en donde en Francia e Italia
existían poderosos PC. Esta posibilidad fue abortada por la acción de las
tropas inglesas y la ayuda norteamericana. Es la época en que inicia la
"guerra fría" entre las potencias del este y del oeste. Estados
Unidos instrumenta una serie de acciones tendientes a eliminar el peligro
comunista y consolidar su poder hegemónico en Occidente, Medio Oriente y el
sudeste asiático. Instituye lo que se llamó Plan Marshall, cuya finalidad fue
fortalecer económicamente a los países de Europa Occidental, con el fin de
eliminar el peligro comunista, en razón de que en muchos de estos países
existían fuertes partidos de este signo; se creó bajo su inspiración la
Organización del Tratado del Atlántico Norte en 1949, en 1954 se firmó el
tratado de Manila que instituye la Organización del Tratado del Sudeste
Asiático y en 1955 se crea la Organización del Tratado Central con sede en
Ankara y con la finalidad de controlar el Medio Oriente. Esto tratados tuvieron
el objetivo de rodear a la URSS, para eliminar su influencia en los países
limítrofes. Los rusos denominaron a esta acción con el nombre de
"cerco", en tanto que en Occidente se impuso el nombre de
"cortina de hierro" para designar el límite de los países que se
encontraban dentro de la esfera soviética. En el continente americano se
estableció el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en 1947, bajo el
liderazgo de EE.UU., que se inscribe en el espíritu de la OTAN, la SEATO y la
CENTO.
En el orden interno,
EE.UU. creó en 1947 el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia Central de
Inteligencia. El primero controla la política interna y externa, en tanto que
la segunda vigila a los órganos del estado, a las instituciones privadas y a la
ciudadanía en general. Se inicia la época denominada "caza de
brujas", que alcanzó su máximo vigor impulsada por el tristemente célebre
senador Joseph McCarthy a partir de 1949, que dio lugar al término
"macartismo" para designar la persecución ideológica.
Todo este
entretejido tiene una sola finalidad: asegurar el poderío económico
norteamericano, impidiendo que factores externos o internos lo pongan en
peligro. En América Latina el problema se presentaba bastante complicado. No
por las amenazas externas, sino por las condiciones socioeconómicas internas
que originaron un permanente cuestionamiento a las clases dominantes y al poder
imperial. En EE.UU. se había fundado en 1949 el National War College[1]. Allí
comienzan a elaborarse las estrategias militares básicas para el continente
americano, acorde con la filosofía que recalcaba como fundamental el
mantenimiento del orden social, económico y político que expresase las ideas
predominantes en los Estados Unidos. En esta institución han recibido adoctrinamiento
militares de casi todos los países latinoamericanos, a los que se suman los que
asistieron (oficiales inferiores) a las instrucciones recibidas en el asiento
del ejército norteamericano en el canal de Panamá.
Esta metodología ha
ido introduciendo una mentalidad en los militares de la región, proclive a
rechazar sin discusión cualquier expresión política que se oponga al orden
establecido. Este criterio fue exacerbado a partir de la revolución cubana y de
su adscripción al marxismo-leninismo. Desde ese momento se generalizó, en América
Latina y en Estados Unidos, la certeza que desde la isla cubana se alentaba la
subversión y la guerrilla y que esta era una punta de lanza del comunismo
internacional en el continente americano. A partir de esta convicción se
estructura con sus contornos definitivos lo que se denomina DSN.
Definición
de DSN
En nuestras
palabras anteriores dejamos esbozados algunos conceptos acerca de la DSN. La
identificamos como un instrumento que se aplica debido a la esterilidad del
estado de derecho liberal-burgués para impedir el cuestionamiento del orden
establecido vigente. En virtud de ello se recurre a la utilización de
mecanismos que permitan eliminar toda oposición que constituya un verdadero
peligro para los intereses dominantes. Esto requiere una fundamentación
ideológica que permita convocar a sectores desprevenidos de la sociedad para
lograr un relativo apoyo de los objetivos enunciados. Estos se encuentran
definidos, entre otros, por las siguientes expresiones revestidas de una
notoria ambigüedad: "objetivos de la nación", "recuperación
nacional", "ubicación internacional en el mundo occidental y
cristiano", etc. Estos enunciados son coronados por la manifestación de
desarrollar una lucha decidida contra la subversión, a la que expresamente no
se define y en cuyo concepto, intencionadamente amplio, quedan comprendidos no
solamente quienes tomaron las armas e iniciaron una metodología de lucha a
través de ellas, sino también todas las corrientes del pensamiento político que
no se encuentren dentro del espíritu "occidental y cristiano",
concepto que tampoco se explicita suficientemente. Los "objetivos de la
nación", entre los que se encuentra la "recuperación del ser
nacional", son expresados con formulaciones generales no menos ambiguas
que los enunciados a que hemos hecho referencia, pero que en parte aluden a una
condición concreta, aunque no por eso menos ambigua, cuya carencia es padecida
por sectores mayoritarios: nos referimos al desarrollo. Este concepto aparece
unido al de "seguridad", considerado como presupuesto básico para
lograr los objetivos del desarrollo. Desarrollo y seguridad son conceptos
recurrentes en los últimos golpes de estado en Argentina. Uno de ellos, el
desarrollo, cumple la función de servir como objetivo cuya supuesta consecución
hace necesario implementar un dispositivo de seguridad con el fin de reprimir a
los sectores que son calificados como un obstáculo para su realización. En esta
dirección, la autodenominada Revolución Argentina, encabezada por el general
Juan Carlos Onganía, expresa en los objetivos del movimiento militar: "c.
En el ámbito de la política económica: 2. Establecer bases y condiciones que
hagan factible una gran expansión económica y un auténtico y sostenido
autodesarrollo mediante la utilización plena, al más elevado nivel de
rendimiento posible, de los recursos humanos y naturales con que cuenta el país";
y más adelante, en lo que a seguridad se refiere, declara: "f. En el
ámbito de la política de seguridad: alcanzar la aptitud integral necesaria para
asegurar la obtención de los objetivos en los otros ámbitos". Este
movimiento militar puso bajo la dirección omnímoda del general Onganía al Consejo
Nacional de Desarrollo y al Consejo Nacional de Seguridad.
Por su parte, en
los "Objetivos Básicos de la Reorganización", expuestos por el
Proceso de Reorganización Nacional surgido del golpe militar conducido por el
general Jorge Rafael Videla, se declara lo siguiente: "3. Vigencia de la
seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su
existencia" y "8. Concreción de una situación socioeconómica que
asegure la capacidad de decisión nacional y la plena realización del hombre
argentino; en donde el estado mantenga el control sobre las áreas vitales que
hacen a la seguridad y al desarrollo y brinde a la iniciativa y capitales
privados, nacionales y extranjeros, las condiciones necesarias para una
participación fluida en el proceso de explotación nacional de los recursos,
neutralizando toda posibilidad de interferencia de aquellos en el ejercicio de
los poderes públicos".
Además de estas
citas textuales, son comunes a las declaraciones de los golpes de estado, las
apelaciones a la "conservación de nuestro estilo de vida", "la
recuperación del ser nacional" y la "ubicación internacional en el
mundo occidental y cristiano", o conceptos equivalentes. Todos ellos
forman parte de la ideología que se pretende inculcar, que no se explicita, por
lo que busca adhesión por medio de un acto de fe. Fe en estos antiguos valores
y también en la autoridad encargada de preservarlos. Esta autoridad,
escudándose en esta fe ideológica, encontrará fácilmente el camino para
reprimir, en nombre de las vagas formulaciones esgrimidas, cualquier
manifestación de disconformidad con el orden establecido, calificándola de
subversiva. Con esta intención converge el punto 3 de los Objetivos Básicos de
la Reorganización: "Vigencia de la seguridad nacional, erradicando la
subversión y las causas que favorecen su existencia". En las "causas
que favorecen su existencia" (de la subversión) se incluyen otros
elementos que conforman la ideología de la DSN: el anticomunismo, el conflicto
este-oeste, el concepto de guerra permanente y las teorías del frente interno,
fronteras ideológicas y fronteras vivas. El anticomunismo es una bandera
permanentemente esgrimida por los sectores dominantes, con el fin de rotular a
todos los que cuestionan el orden establecido con la denominación de
"comunista", y hacerlo, de esta manera, partícipe de un conflicto que
es ajeno a los intereses latinoamericanos: la lucha del este con el oeste. En
colaboración se apela a los valores de la civilización "occidental y
cristiana", en razón de la influencia que tiene la Iglesia católica en América
Latina. Se intenta así crear la antinomia cristianismo-oposición al orden
establecido o, en otras palabras, se recurre a la falsa identificación del cristianismo
con los intereses de los sectores dominantes. Esto se refuerza, por supuesto,
con el tradicional binomio opuesto: cristianismo-comunismo. Todo esto se
inserta en el marco que informa el concepto de guerra permanente entre el este
y el oeste. En consecuencia, los estados alineados en el bloque occidental
deben tomar medidas de seguridad correspondientes con esta situación bélica.
Por esto es fundamental militarizar la vida política y social, con el fin de
atender a lo que se denomina frente interno, en donde se hace una división
entre los que participan del espíritu "occidental y cristiano" (los
sectores afines al statu quo) y el pueblo en general, que es quien padece la
opresión económica. A él se lo reprime, calificándolo como opositor a
"nuestro estilo de vida", a través de sus dirigentes y militantes
políticos, sindicalistas democráticos, intelectuales, dirigentes estudiantiles,
religiosos aliados al campo popular, etc. En el orden externo se esgrimen los
conceptos de "fronteras ideológicas" y "fronteras vivas",
que tienen como objetivo encubierto impedir la autodeterminación de los pueblos
y poner los ejércitos dependientes al servicio incondicional del imperialismo
norteamericano.
La falsedad de la
invocación del occidentalismo cristiano por parte de los sostenedores de la DSN
es puesta en descubierto por la misma Iglesia católica: "Las ideología de
la seguridad nacional han contribuido a fortalecer, en muchas ocasiones, el
carácter totalitario o autoritario de los regímenes de fuerza de donde se ha
derivado el abuso de poder y la violación de los derechos humanos. En algunos
casos pretenden amparar sus actividades con una subjetiva profesión de fe
cristiana" (Documento de Puebla). Y más adelante señala: "En los
últimos años se afianza en nuestro continente la llamada 'Doctrina de la
Seguridad Nacional', que es, de hecho, más una ideología que una doctrina. Está
vinculada a un determinado modelo económico-político, de características
elitistas y verticalistas, que suprime la participación amplia del pueblo en
las decisiones políticas. Pretende incluso justificarse en ciertos países de
América Latina como doctrina defensora de la civilización occidental y
cristiana. Desarrolla un sistema represivo, en concordancia con su concepto de
'guerra permanente'. En algunos casos expresa una clara intencionalidad de
protagonismo geopolítico".
El pretexto
comunista para limitar la libertad de los individuos también es puesto de
manifiesto por el Documento de Puebla: "Menos conocida pero actuante en la
organización de no pocos gobiernos latinoamericanos, la visión que podríamos
llamar estatista del hombre tiene su base en la teoría de la seguridad
nacional. Pone al individuo al servicio ilimitado de la supuesta guerra total
contra los conflictos culturales, sociales, políticos y económicos y, mediante
ellos, contra la amenaza del comunismo. Frente a este peligro permanente, real
o posible, se limitan, como en toda situación de emergencia, las libertades
individuales y la voluntad del estado se confunde con la voluntad de la nación.
El desarrollo económico y el potencial bélico se superponen a las necesidades
de las masas abandonadas. Aunque necesaria a toda organización política, la
seguridad nacional vista bajo este ángulo se presenta como un absoluto sobre
las personas; en nombre de ella se institucionaliza la inseguridad de los
individuos".
Ya hablamos
anteriormente de como el pretexto de la necesidad de desarrollo es invocado
para aplicar la DSN. Intencionadamente no se clarifica a que tipo de desarrollo
refiere. La imprecisión del término impone una aclaración. En las sociedades
subdesarrolladas de América Latina existe una estructura económica
caracterizada por el latifundio, el monopolio de las empresas transnacionales
en los sectores claves de la producción, el monopolio del capital financiero internacional
(al que se pliega el nacional disponible), el monopolio de las exportaciones de
las materias primas por parte de un reducido grupo de empresas extranjeras, un
deficiente y cada vez más empobrecido pequeño y mediano empresariado nacional,
una masa de asalariados cuyos salarios se deterioran progresivamente por causa
de una inflación al servicio de la especulación que realizan los grupos
dominantes y un creciente número de desocupados y subocupados. En este sistema
de fenómenos socioeconómicos, los epígonos de la DSN, a juzgar por los
resultados del período 1976-1983 en la Argentina, entienden por desarrollo la
profundización de las condiciones de los factores mencionados. Es decir, un
desarrollo al servicio de los monopolios agroexportadores y financieros y de
sus socios nativos. Es por esto que se aplica la DSN: para aplastar la
oposición popular y mantener y consolidar los mecanismos expoliadores.
Las consecuencias
de estas políticas de "desarrollo" han sido funestas para la mayoría
y sus consecuencias son claramente expresadas en el Documento de Puebla:
"La falta de
realización de la persona humana en sus derechos fundamentales se inicia aun
antes del nacimiento del hombre por el incentivo de evitar la concepción e
incluso de interrumpirla por medio del aborto; prosigue con la desnutrición
infantil, el abandono prematuro, la carencia de asistencia médica, de educación
y de vivienda, propiciando un desorden constante donde no es de extrañar la
proliferación de la criminalidad, de la prostitución, del alcoholismo y de la
drogadicción.
Impedido, en este
contexto, el acceso a los bienes y servicios sociales y a las decisiones
políticas, se agravan los atentados a la libertad de opinión, a la libertad
religiosa, a la integridad física. Asesinatos, desapariciones, prisiones
arbitrarias, actos de terrorismo, secuestros, torturas continentalmente
extendidas, demuestran un total irrespeto por la dignidad de la persona humana.
Algunas pretenden justificarse incluso como exigencias de la seguridad
nacional.
Nadie puede negar
la concentración de la propiedad empresarial, rural y urbana en pocas manos,
haciéndose imperioso el reclamo de verdaderas reformas agrarias y urbanas, así
como la concentración del poder por las tecnocracias civiles y militares, que
frustran los reclamos de participación y de garantías de un estado
democrático".
Luego de estas
consideraciones, no cabe duda que la DSN es una ideología al servicio de los
intereses del capital monopólico externo e interno, usada para sustituir al
estado de derecho (al que se califica como débil e ineficaz para impedir los
reclamos populares), con la finalidad de otorgar un sustento teórico al estado
para implementar los mecanismos de represión necesarios para impedir que se
lesionen los intereses de los sectores dominantes; y más aun, para
consolidarlos e incrementarlos. Esta concepción se basa en un injustificado
elitismo del que deviene un consecuente espíritu autoritario, que introduce en
todos los organismo del estado una disciplina jerárquica, inspirada en la
organización militar. El estado pasa a ser un objetivo en sí mismo, del que las
partes son solamente meros componentes contingentes. Esto se sustenta en una
especie de fe religiosa, y todos los conflictos dirigidos contra este estado son
considerados patológicos y aberrantes; lo mismo que ocurre entre las partes, ya
que es la minoría que se autodefine como elite la encargada de fijar los
lineamientos y objetivos que deben ser adoptados sin disenso por toda la
comunidad. Este es el pre-requisito ideológico fundamental para instaurar el
terrorismo de estado. Como resultado, este tipo de estado, que no es una
abstracción, sino algo creado con un fin preciso, perfecciona su tradicional
condición de servir a la clase dominante.
Conclusiones
Los efectos que
produce la aplicación de la DSN son inmediatos y mediatos, sin tener en cuenta
los socioeconómicos ya descriptos, en lo que se refiere a las libertades
individuales y a la expresión del pensamiento con sus consecuencias
participativas. En lo inmediato, opera regresivamente en forma directa sobre
los integrantes del campo popular. Sus métodos son la privación de la libertad
(visible o encubierta, por medio de secuestros), la tortura y las ejecuciones
sumarias, la censura de la expresión del pensamiento (impidiendo la publicación
de libros, revistas, periódicos, etc.), la prohibición de la cátedra libre en
todos los niveles educativos, la clausura de las organizaciones políticas y
sindicales, etc. En lo mediato, uno de los objetivos básicos de la aplicación
de la DSN, mediante su acción represiva, es crear una conciencia de terror en
la población, cuyos efectos, por la intensidad de los hechos represivos, son
sumamente prolongados. De esta forma se logra desarticular, con efecto residual,
los movimientos que cuestionan las estructuras que favorecen los intereses de
los sectores dominantes, se consigue la auto-represión de la actividad
intelectual, tanto en el orden académico como en general, se crean condiciones
para que los sectores políticos se autolimiten en sus reclamos, etc.; factores
que, sumados, son una verdadera limitación indirecta de la libertad de
expresión y producen un estado de resignación y chatura en el cuerpo político.
Estos fenómenos se producen ante el temor de la repetición de los hechos
represivos, y los represores saben que mientras más intensa haya sido su
acción, más prolongados serán sus efectos. Con la formación de esta conciencia,
el statu quo consigue mayor impunidad para mantener las condiciones que
favorecen sus privilegios y logran canalizar en su favor los esfuerzos del
conjunto social.
Con referencia a
los conceptos de seguridad y desarrollo, nadie medianamente sensato niega la
necesidad de explicitarlos. Solamente que deben ser implementados en un estado
al servicio de las mayorías, en donde el desarrollo se realice luego de una
acción liberadora de la dependencia del capital monopólico extranjero y
nacional de sus socios, los grupos de especulación financiera. A partir de
aquí, la seguridad nacional debe asegurar la plena participación en las decisiones
del estado, a través de la consolidación del estado de derecho. Su objetivo
fundamental debe ser la vigencia de la soberanía popular y, para que ello sea
posible, la constante superación y el perfeccionamiento del sistema
democrático. Los delitos, comunes y políticos (si los hubiera), deben ser
sometidos a la justicia y a su recurrencia al derecho penal. Las garantías y
derechos constitucionales no deben ser recortados en su vigencia y alcances,
debiéndose derogar ambiguos mecanismos represivos como el estado de sitio,
supliéndolos por el perfeccionamiento del código penal. En lo externo, la
seguridad nacional debe operar como defensa nacional, propiciando la paz en el
mundo, el desarme y la solución, conforme a un eficaz derecho internacional, de
todos los conflictos entre naciones. El permanente apoyo a la autodeterminación
de los pueblos debe ser uno de los principales objetivos de la defensa
nacional, pues, con su consecución, se lograra la coexistencia pacífica
mundial.
Julio César de la Vega
Diccionario Consultor Político
Editorial Librex, 1983
[1] El National War College (la
Escuela Superior Nacional de Guerra de los Estados Unidos), creado en 1946, se
convierte rápidamente en el centro difusor de la política de "seguridad
colectiva" (Simón Lázara en conferencia citada por Julio José Viaggio en
La doctrina de la seguridad nacional, El Cid Editor, Buenos Aires, 1983).
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