miércoles, 26 de febrero de 2020

La Doctrina de la Seguridad Nacional


Para tener una clara visión del significado de la DSN, aplicada en los países de Latinoamérica, es necesario efectuar un análisis de la realidad política y económica de este subcontinente. El segundo de los términos nos indica un estado generalizado de subdesarrollo crónico aunque algunas gradaciones, aparentemente menos profundas, introduzcan falsas esperanzas para la reversión de ese estado. Las sociedades latinoamericanas están informadas, en mayor o menor medida, por los síntomas característicos del subdesarrollo: bajos ingresos en las capas mayoritarias, alto nivel de desempleo y/o subempleo, elevada tasa de inflación que repercute negativamente sobre los bajos salarios (pues los desvaloriza al ser cobrados con posterioridad al alza de los precios), alimentación con calorías por debajo de la media normal, escasez de vivienda e imposibilidad de acceder a ella (con el consiguiente incremento de las villas marginales), situación de creciente analfabetismo, difícil acceso a los sistemas de salud y elevada mortalidad infantil, elevada y creciente deuda externa (que impone mayor recesión y recorte salarial), escasas posibilidades de crecimiento y, aun, sobrevivencia de la pequeña y mediana empresa (que se ve limitada por la recesión y por los altos intereses del crédito orientado hacia el beneficio del capital financiero monopólico), etc. La lista de efectos negativos se puede hacer interminable, pero lo expuesto es suficientemente elocuente para proporcionar una clara idea de los problemas que afectan a la región.
En contradicción con las condiciones anteriormente enunciadas, en los países de América Latina subsiste una minoría, que en parte se vincula con intereses externos y ostenta una posición de privilegio económico, que es favorecida con las condiciones generales de subdesarrollo y miseria y con la implementación de políticas económicas cuyo resultado es una transferencia de recursos de los sectores asalariados y de la pequeña y mediana empresa hacia el capital monopólico. De esta manera se produce una constante concentración del capital y se agranda la brecha (no de los sectores marginados, a quienes ni siquiera se les puede despojar de un salario que no perciben) entre la mayoría de la sociedad y la clase dominante. Paralelamente a este proceso (con la filosofía más crudamente consumista) se impulsa a todos los sectores de la sociedad, sin distinción, a consumir lo que el voraz sistema ofrece y que va consolidando la falsa creencia que el valor constitutivo máximo del ser humano es poseer. Se introduce así una viciosa contradicción: los miembros de la sociedad son incitados a consumir, y por otro lado se les impide el acceso a las posibilidades de hacerlo. Las condiciones expuestas forman parte de la civilización "occidental y cristiana" y del "ser nacional" que declaran defender los sostenedores de la DSN.
La transformación de las estructuras que sustentan el subdesarrollo y el consecuente privilegio seria de fácil ejecución si no fuera por la oposición de los intereses que se benefician con esta situación. Ellos son el capital financiero internacional y el gran capital vernáculo y extranjero que domina los sectores agropecuarios e industriales y también se beneficia de las manipulaciones especulativas del primero. Los sectores políticos populares, los sindicatos democráticos, los grupos intelectuales y una gran mayoría de las sociedades latinoamericanas han efectuado un diagnóstico correcto acerca de quiénes son sus enemigos y cómo se debe hacer para derrotarlos en el marco de los cauces constitucionales y democráticos. Y es aquí donde radica la cuestión y se formula la DSN.
La burguesía liberal levantó las banderas de los derechos individuales y políticos de la libertad de opinión y de expresión, que se exteriorizan en la libre asociación y en el derecho a publicar las ideas por la prensa; todas estas banderas le fueron útiles para lograr el acceso al poder y consolidar el más importante de sus intereses, por no decir el único verdadero, que es el control de los medios de producción. Una vez logrado este objetivo, la preservación de los otros derechos es asegurada en la medida que no ponga en peligro el fundamental: el dominio de los medios de producción. Esto, en las sociedades desarrolladas, resulta relativamente fácil, por lo menos después de la segunda guerra mundial, porque hacia ellas se dirigen los flujos financieros del mundo, las inversiones auténticas del capital y así monopolizan el mercado internacional con sus exportaciones. Además, pese a serias contradicciones que aún no se manifiestan en su plenitud, existe una cooperación entre los países del mundo occidental desarrollado que los pone a cubierto de los deterioros económicos que padecen las naciones subdesarrolladas. El Plan Marshall, implementado a partir de 1947, fue una concluyente demostración de esta afirmación.
En las naciones subdesarrolladas, la preservación de los derechos declarados por el ideario liberal-burgués se vuelve en contra de sus mentores originales. Los institutos de libertad sancionados por el estado de derecho pueden convertirse, y se convierten en el caso de que puedan ejercitarse libremente, en un instrumento poderoso para los sectores que con legitimidad cuestionan los absurdos y expoliadores privilegios. Es por esto que se buscan nuevos institutos para impedir el disenso. El estado de derecho entonces no se ajusta a las necesidades de los sectores dominantes y tiene que ser suplantado por un instrumento que se adecue a otro funcionamiento, a uno que elimine el peligro de cambio. Es aquí donde aparece la DSN.

Antecedentes institucionales
El fin de la segunda guerra mundial introdujo una serie de importantes modificaciones en la política internacional. Inglaterra, que había iniciado desde décadas atrás su decadencia, cedió a EE.UU. el liderazgo del mundo occidental y la URSS se convierte en el país que hegemoniza el mundo socialista que contrapesa el poderío norteamericano; en tanto que, por otro lado, quedan zonas abiertas donde se produce un avance comunista: China, en donde Mao Tse-Tung tomó el poder en 1949 y Grecia, en donde la posibilidad que triunfara el comunismo hacía peligrar la situación de equilibrio en Europa, en donde en Francia e Italia existían poderosos PC. Esta posibilidad fue abortada por la acción de las tropas inglesas y la ayuda norteamericana. Es la época en que inicia la "guerra fría" entre las potencias del este y del oeste. Estados Unidos instrumenta una serie de acciones tendientes a eliminar el peligro comunista y consolidar su poder hegemónico en Occidente, Medio Oriente y el sudeste asiático. Instituye lo que se llamó Plan Marshall, cuya finalidad fue fortalecer económicamente a los países de Europa Occidental, con el fin de eliminar el peligro comunista, en razón de que en muchos de estos países existían fuertes partidos de este signo; se creó bajo su inspiración la Organización del Tratado del Atlántico Norte en 1949, en 1954 se firmó el tratado de Manila que instituye la Organización del Tratado del Sudeste Asiático y en 1955 se crea la Organización del Tratado Central con sede en Ankara y con la finalidad de controlar el Medio Oriente. Esto tratados tuvieron el objetivo de rodear a la URSS, para eliminar su influencia en los países limítrofes. Los rusos denominaron a esta acción con el nombre de "cerco", en tanto que en Occidente se impuso el nombre de "cortina de hierro" para designar el límite de los países que se encontraban dentro de la esfera soviética. En el continente americano se estableció el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca en 1947, bajo el liderazgo de EE.UU., que se inscribe en el espíritu de la OTAN, la SEATO y la CENTO.
En el orden interno, EE.UU. creó en 1947 el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia Central de Inteligencia. El primero controla la política interna y externa, en tanto que la segunda vigila a los órganos del estado, a las instituciones privadas y a la ciudadanía en general. Se inicia la época denominada "caza de brujas", que alcanzó su máximo vigor impulsada por el tristemente célebre senador Joseph McCarthy a partir de 1949, que dio lugar al término "macartismo" para designar la persecución ideológica.
Todo este entretejido tiene una sola finalidad: asegurar el poderío económico norteamericano, impidiendo que factores externos o internos lo pongan en peligro. En América Latina el problema se presentaba bastante complicado. No por las amenazas externas, sino por las condiciones socioeconómicas internas que originaron un permanente cuestionamiento a las clases dominantes y al poder imperial. En EE.UU. se había fundado en 1949 el National War College[1]. Allí comienzan a elaborarse las estrategias militares básicas para el continente americano, acorde con la filosofía que recalcaba como fundamental el mantenimiento del orden social, económico y político que expresase las ideas predominantes en los Estados Unidos. En esta institución han recibido adoctrinamiento militares de casi todos los países latinoamericanos, a los que se suman los que asistieron (oficiales inferiores) a las instrucciones recibidas en el asiento del ejército norteamericano en el canal de Panamá.
Esta metodología ha ido introduciendo una mentalidad en los militares de la región, proclive a rechazar sin discusión cualquier expresión política que se oponga al orden establecido. Este criterio fue exacerbado a partir de la revolución cubana y de su adscripción al marxismo-leninismo. Desde ese momento se generalizó, en América Latina y en Estados Unidos, la certeza que desde la isla cubana se alentaba la subversión y la guerrilla y que esta era una punta de lanza del comunismo internacional en el continente americano. A partir de esta convicción se estructura con sus contornos definitivos lo que se denomina DSN.

Definición de DSN
En nuestras palabras anteriores dejamos esbozados algunos conceptos acerca de la DSN. La identificamos como un instrumento que se aplica debido a la esterilidad del estado de derecho liberal-burgués para impedir el cuestionamiento del orden establecido vigente. En virtud de ello se recurre a la utilización de mecanismos que permitan eliminar toda oposición que constituya un verdadero peligro para los intereses dominantes. Esto requiere una fundamentación ideológica que permita convocar a sectores desprevenidos de la sociedad para lograr un relativo apoyo de los objetivos enunciados. Estos se encuentran definidos, entre otros, por las siguientes expresiones revestidas de una notoria ambigüedad: "objetivos de la nación", "recuperación nacional", "ubicación internacional en el mundo occidental y cristiano", etc. Estos enunciados son coronados por la manifestación de desarrollar una lucha decidida contra la subversión, a la que expresamente no se define y en cuyo concepto, intencionadamente amplio, quedan comprendidos no solamente quienes tomaron las armas e iniciaron una metodología de lucha a través de ellas, sino también todas las corrientes del pensamiento político que no se encuentren dentro del espíritu "occidental y cristiano", concepto que tampoco se explicita suficientemente. Los "objetivos de la nación", entre los que se encuentra la "recuperación del ser nacional", son expresados con formulaciones generales no menos ambiguas que los enunciados a que hemos hecho referencia, pero que en parte aluden a una condición concreta, aunque no por eso menos ambigua, cuya carencia es padecida por sectores mayoritarios: nos referimos al desarrollo. Este concepto aparece unido al de "seguridad", considerado como presupuesto básico para lograr los objetivos del desarrollo. Desarrollo y seguridad son conceptos recurrentes en los últimos golpes de estado en Argentina. Uno de ellos, el desarrollo, cumple la función de servir como objetivo cuya supuesta consecución hace necesario implementar un dispositivo de seguridad con el fin de reprimir a los sectores que son calificados como un obstáculo para su realización. En esta dirección, la autodenominada Revolución Argentina, encabezada por el general Juan Carlos Onganía, expresa en los objetivos del movimiento militar: "c. En el ámbito de la política económica: 2. Establecer bases y condiciones que hagan factible una gran expansión económica y un auténtico y sostenido autodesarrollo mediante la utilización plena, al más elevado nivel de rendimiento posible, de los recursos humanos y naturales con que cuenta el país"; y más adelante, en lo que a seguridad se refiere, declara: "f. En el ámbito de la política de seguridad: alcanzar la aptitud integral necesaria para asegurar la obtención de los objetivos en los otros ámbitos". Este movimiento militar puso bajo la dirección omnímoda del general Onganía al Consejo Nacional de Desarrollo y al Consejo Nacional de Seguridad.
Por su parte, en los "Objetivos Básicos de la Reorganización", expuestos por el Proceso de Reorganización Nacional surgido del golpe militar conducido por el general Jorge Rafael Videla, se declara lo siguiente: "3. Vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su existencia" y "8. Concreción de una situación socioeconómica que asegure la capacidad de decisión nacional y la plena realización del hombre argentino; en donde el estado mantenga el control sobre las áreas vitales que hacen a la seguridad y al desarrollo y brinde a la iniciativa y capitales privados, nacionales y extranjeros, las condiciones necesarias para una participación fluida en el proceso de explotación nacional de los recursos, neutralizando toda posibilidad de interferencia de aquellos en el ejercicio de los poderes públicos".
Además de estas citas textuales, son comunes a las declaraciones de los golpes de estado, las apelaciones a la "conservación de nuestro estilo de vida", "la recuperación del ser nacional" y la "ubicación internacional en el mundo occidental y cristiano", o conceptos equivalentes. Todos ellos forman parte de la ideología que se pretende inculcar, que no se explicita, por lo que busca adhesión por medio de un acto de fe. Fe en estos antiguos valores y también en la autoridad encargada de preservarlos. Esta autoridad, escudándose en esta fe ideológica, encontrará fácilmente el camino para reprimir, en nombre de las vagas formulaciones esgrimidas, cualquier manifestación de disconformidad con el orden establecido, calificándola de subversiva. Con esta intención converge el punto 3 de los Objetivos Básicos de la Reorganización: "Vigencia de la seguridad nacional, erradicando la subversión y las causas que favorecen su existencia". En las "causas que favorecen su existencia" (de la subversión) se incluyen otros elementos que conforman la ideología de la DSN: el anticomunismo, el conflicto este-oeste, el concepto de guerra permanente y las teorías del frente interno, fronteras ideológicas y fronteras vivas. El anticomunismo es una bandera permanentemente esgrimida por los sectores dominantes, con el fin de rotular a todos los que cuestionan el orden establecido con la denominación de "comunista", y hacerlo, de esta manera, partícipe de un conflicto que es ajeno a los intereses latinoamericanos: la lucha del este con el oeste. En colaboración se apela a los valores de la civilización "occidental y cristiana", en razón de la influencia que tiene la Iglesia católica en América Latina. Se intenta así crear la antinomia cristianismo-oposición al orden establecido o, en otras palabras, se recurre a la falsa identificación del cristianismo con los intereses de los sectores dominantes. Esto se refuerza, por supuesto, con el tradicional binomio opuesto: cristianismo-comunismo. Todo esto se inserta en el marco que informa el concepto de guerra permanente entre el este y el oeste. En consecuencia, los estados alineados en el bloque occidental deben tomar medidas de seguridad correspondientes con esta situación bélica. Por esto es fundamental militarizar la vida política y social, con el fin de atender a lo que se denomina frente interno, en donde se hace una división entre los que participan del espíritu "occidental y cristiano" (los sectores afines al statu quo) y el pueblo en general, que es quien padece la opresión económica. A él se lo reprime, calificándolo como opositor a "nuestro estilo de vida", a través de sus dirigentes y militantes políticos, sindicalistas democráticos, intelectuales, dirigentes estudiantiles, religiosos aliados al campo popular, etc. En el orden externo se esgrimen los conceptos de "fronteras ideológicas" y "fronteras vivas", que tienen como objetivo encubierto impedir la autodeterminación de los pueblos y poner los ejércitos dependientes al servicio incondicional del imperialismo norteamericano.
La falsedad de la invocación del occidentalismo cristiano por parte de los sostenedores de la DSN es puesta en descubierto por la misma Iglesia católica: "Las ideología de la seguridad nacional han contribuido a fortalecer, en muchas ocasiones, el carácter totalitario o autoritario de los regímenes de fuerza de donde se ha derivado el abuso de poder y la violación de los derechos humanos. En algunos casos pretenden amparar sus actividades con una subjetiva profesión de fe cristiana" (Documento de Puebla). Y más adelante señala: "En los últimos años se afianza en nuestro continente la llamada 'Doctrina de la Seguridad Nacional', que es, de hecho, más una ideología que una doctrina. Está vinculada a un determinado modelo económico-político, de características elitistas y verticalistas, que suprime la participación amplia del pueblo en las decisiones políticas. Pretende incluso justificarse en ciertos países de América Latina como doctrina defensora de la civilización occidental y cristiana. Desarrolla un sistema represivo, en concordancia con su concepto de 'guerra permanente'. En algunos casos expresa una clara intencionalidad de protagonismo geopolítico".
El pretexto comunista para limitar la libertad de los individuos también es puesto de manifiesto por el Documento de Puebla: "Menos conocida pero actuante en la organización de no pocos gobiernos latinoamericanos, la visión que podríamos llamar estatista del hombre tiene su base en la teoría de la seguridad nacional. Pone al individuo al servicio ilimitado de la supuesta guerra total contra los conflictos culturales, sociales, políticos y económicos y, mediante ellos, contra la amenaza del comunismo. Frente a este peligro permanente, real o posible, se limitan, como en toda situación de emergencia, las libertades individuales y la voluntad del estado se confunde con la voluntad de la nación. El desarrollo económico y el potencial bélico se superponen a las necesidades de las masas abandonadas. Aunque necesaria a toda organización política, la seguridad nacional vista bajo este ángulo se presenta como un absoluto sobre las personas; en nombre de ella se institucionaliza la inseguridad de los individuos".
Ya hablamos anteriormente de como el pretexto de la necesidad de desarrollo es invocado para aplicar la DSN. Intencionadamente no se clarifica a que tipo de desarrollo refiere. La imprecisión del término impone una aclaración. En las sociedades subdesarrolladas de América Latina existe una estructura económica caracterizada por el latifundio, el monopolio de las empresas transnacionales en los sectores claves de la producción, el monopolio del capital financiero internacional (al que se pliega el nacional disponible), el monopolio de las exportaciones de las materias primas por parte de un reducido grupo de empresas extranjeras, un deficiente y cada vez más empobrecido pequeño y mediano empresariado nacional, una masa de asalariados cuyos salarios se deterioran progresivamente por causa de una inflación al servicio de la especulación que realizan los grupos dominantes y un creciente número de desocupados y subocupados. En este sistema de fenómenos socioeconómicos, los epígonos de la DSN, a juzgar por los resultados del período 1976-1983 en la Argentina, entienden por desarrollo la profundización de las condiciones de los factores mencionados. Es decir, un desarrollo al servicio de los monopolios agroexportadores y financieros y de sus socios nativos. Es por esto que se aplica la DSN: para aplastar la oposición popular y mantener y consolidar los mecanismos expoliadores.
Las consecuencias de estas políticas de "desarrollo" han sido funestas para la mayoría y sus consecuencias son claramente expresadas en el Documento de Puebla:
"La falta de realización de la persona humana en sus derechos fundamentales se inicia aun antes del nacimiento del hombre por el incentivo de evitar la concepción e incluso de interrumpirla por medio del aborto; prosigue con la desnutrición infantil, el abandono prematuro, la carencia de asistencia médica, de educación y de vivienda, propiciando un desorden constante donde no es de extrañar la proliferación de la criminalidad, de la prostitución, del alcoholismo y de la drogadicción.
Impedido, en este contexto, el acceso a los bienes y servicios sociales y a las decisiones políticas, se agravan los atentados a la libertad de opinión, a la libertad religiosa, a la integridad física. Asesinatos, desapariciones, prisiones arbitrarias, actos de terrorismo, secuestros, torturas continentalmente extendidas, demuestran un total irrespeto por la dignidad de la persona humana. Algunas pretenden justificarse incluso como exigencias de la seguridad nacional.
Nadie puede negar la concentración de la propiedad empresarial, rural y urbana en pocas manos, haciéndose imperioso el reclamo de verdaderas reformas agrarias y urbanas, así como la concentración del poder por las tecnocracias civiles y militares, que frustran los reclamos de participación y de garantías de un estado democrático".
Luego de estas consideraciones, no cabe duda que la DSN es una ideología al servicio de los intereses del capital monopólico externo e interno, usada para sustituir al estado de derecho (al que se califica como débil e ineficaz para impedir los reclamos populares), con la finalidad de otorgar un sustento teórico al estado para implementar los mecanismos de represión necesarios para impedir que se lesionen los intereses de los sectores dominantes; y más aun, para consolidarlos e incrementarlos. Esta concepción se basa en un injustificado elitismo del que deviene un consecuente espíritu autoritario, que introduce en todos los organismo del estado una disciplina jerárquica, inspirada en la organización militar. El estado pasa a ser un objetivo en sí mismo, del que las partes son solamente meros componentes contingentes. Esto se sustenta en una especie de fe religiosa, y todos los conflictos dirigidos contra este estado son considerados patológicos y aberrantes; lo mismo que ocurre entre las partes, ya que es la minoría que se autodefine como elite la encargada de fijar los lineamientos y objetivos que deben ser adoptados sin disenso por toda la comunidad. Este es el pre-requisito ideológico fundamental para instaurar el terrorismo de estado. Como resultado, este tipo de estado, que no es una abstracción, sino algo creado con un fin preciso, perfecciona su tradicional condición de servir a la clase dominante.

Conclusiones
Los efectos que produce la aplicación de la DSN son inmediatos y mediatos, sin tener en cuenta los socioeconómicos ya descriptos, en lo que se refiere a las libertades individuales y a la expresión del pensamiento con sus consecuencias participativas. En lo inmediato, opera regresivamente en forma directa sobre los integrantes del campo popular. Sus métodos son la privación de la libertad (visible o encubierta, por medio de secuestros), la tortura y las ejecuciones sumarias, la censura de la expresión del pensamiento (impidiendo la publicación de libros, revistas, periódicos, etc.), la prohibición de la cátedra libre en todos los niveles educativos, la clausura de las organizaciones políticas y sindicales, etc. En lo mediato, uno de los objetivos básicos de la aplicación de la DSN, mediante su acción represiva, es crear una conciencia de terror en la población, cuyos efectos, por la intensidad de los hechos represivos, son sumamente prolongados. De esta forma se logra desarticular, con efecto residual, los movimientos que cuestionan las estructuras que favorecen los intereses de los sectores dominantes, se consigue la auto-represión de la actividad intelectual, tanto en el orden académico como en general, se crean condiciones para que los sectores políticos se autolimiten en sus reclamos, etc.; factores que, sumados, son una verdadera limitación indirecta de la libertad de expresión y producen un estado de resignación y chatura en el cuerpo político. Estos fenómenos se producen ante el temor de la repetición de los hechos represivos, y los represores saben que mientras más intensa haya sido su acción, más prolongados serán sus efectos. Con la formación de esta conciencia, el statu quo consigue mayor impunidad para mantener las condiciones que favorecen sus privilegios y logran canalizar en su favor los esfuerzos del conjunto social.
Con referencia a los conceptos de seguridad y desarrollo, nadie medianamente sensato niega la necesidad de explicitarlos. Solamente que deben ser implementados en un estado al servicio de las mayorías, en donde el desarrollo se realice luego de una acción liberadora de la dependencia del capital monopólico extranjero y nacional de sus socios, los grupos de especulación financiera. A partir de aquí, la seguridad nacional debe asegurar la plena participación en las decisiones del estado, a través de la consolidación del estado de derecho. Su objetivo fundamental debe ser la vigencia de la soberanía popular y, para que ello sea posible, la constante superación y el perfeccionamiento del sistema democrático. Los delitos, comunes y políticos (si los hubiera), deben ser sometidos a la justicia y a su recurrencia al derecho penal. Las garantías y derechos constitucionales no deben ser recortados en su vigencia y alcances, debiéndose derogar ambiguos mecanismos represivos como el estado de sitio, supliéndolos por el perfeccionamiento del código penal. En lo externo, la seguridad nacional debe operar como defensa nacional, propiciando la paz en el mundo, el desarme y la solución, conforme a un eficaz derecho internacional, de todos los conflictos entre naciones. El permanente apoyo a la autodeterminación de los pueblos debe ser uno de los principales objetivos de la defensa nacional, pues, con su consecución, se lograra la coexistencia pacífica mundial.

Julio César de la Vega
Diccionario Consultor Político
Editorial Librex, 1983

[1] El National War College (la Escuela Superior Nacional de Guerra de los Estados Unidos), creado en 1946, se convierte rápidamente en el centro difusor de la política de "seguridad colectiva" (Simón Lázara en conferencia citada por Julio José Viaggio en La doctrina de la seguridad nacional, El Cid Editor, Buenos Aires, 1983).

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