jueves, 16 de abril de 2020

Un elefante ocupa mucho espacio – Elsa Bornemann


Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar "en elefante", esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo… ah… eso algunos no lo saben, y por eso lo cuento:
Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes, el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia.
El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente.
-¿Te has vuelto loco, Víctor? -le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula.
-¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo!
La risita del elefante se desparramó como papel picado en la oscuridad de la noche:
-Ja. El rey de los animales es el hombre, compañero. Y sobre todo aquí, tan lejos de nuestras anchas selvas…
-¿De qué te quejas, Víctor? -interrumpió un osito, gritando desde su encierro-. ¿No son acaso los hombres los que nos dan techo y comida?
-Tú has nacido bajo la lona del circo… -le contestó Víctor dulcemente-. La esposa del domador te crio con mamadera… Solamente conoces el país de los hombres y no puedes entender, aún, la alegría de la libertad…
-¿Se puede saber para qué hacemos huelga? -gruñó la foca, coleteando nerviosa de aquí para allá.
-¡Al fin una buena pregunta! -exclamó Víctor, entusiasmado, y ahí nomás les explicó a sus compañeros que ellos eran presos… que trabajaban para que el dueño del circo se llenara los bolsillos de dinero… que eran obligados a ejecutar ridículas pruebas para divertir a la gente… que se los forzaba a imitar a los hombres… que no debían soportar más humillaciones y que patatín y que patatán (y que patatín fue el consejo de hacer entender a los hombres que los animales querían volver a ser libres… y que patatán fue la orden de huelga general…).
-Bah… pamplinas… -se burló el león-. ¿Cómo piensas comunicarte con los hombres? ¿Acaso alguno de nosotros habla su idioma?
-Sí -aseguró Víctor-. El loro será nuestro intérprete -y enroscando la trompa en los barrotes de su jaula, los dobló sin dificultad y salió afuera. Enseguida, abrió una tras otra las jaulas de sus compañeros.
Al rato, todos retozaban en torno a los carromatos. ¡Hasta el león!
Los primeros rayos de sol picaban como abejas zumbadoras sobre las pieles de los animales cuando el dueño del circo se desperezó ante la ventana de su casa rodante. El calor parecía cortar el aire en infinidad de líneas anaranjadas… (los animales nunca supieron si fue por eso que el dueño del circo pidió socorro y después se desmayó, apenas pisó el césped…).
De inmediato, los domadores aparecieron en su auxilio:
-¡Los animales están sueltos! -gritaron a coro, antes de correr en busca de sus látigos.
-¡Pues ahora los usarán para espantarnos las moscas! -les comunicó el loro no bien los domadores los rodearon, dispuestos a encerrarlos nuevamente.
-¡Ya no vamos a trabajar en el circo! ¡Huelga general, decretada por nuestro delegado, el elefante!
-¿Qué disparate es este? ¡A las jaulas! -y los látigos silbadores ondularon amenazadoramente.
-¡Ustedes a las jaulas! -gruñeron los orangutanes.
Y allí mismo se lanzaron sobre ellos y los encerraron. Pataleando furioso, el dueño del circo fue el que más resistencia opuso. Por fin, también él miraba correr el tiempo detrás de los barrotes.
La gente que esa tarde se aglomeró delante de las boleterías, las encontró cerradas por grandes carteles que anunciaban:
Circo tomado por los trabajadores
Huelga general de animales
Entretanto, Víctor y sus compañeros trataban de adiestrar a los hombres:
-¡Caminen en cuatro patas y luego salten a través de estos aros de fuego!
-¡Mantengan el equilibrio apoyados sobre sus cabezas!
-¡No usen las manos para comer!
-¡Rebuznen! ¡Maúllen! ¡Píen! ¡Ladren! ¡Rujan!
-¡Basta, por favor, basta! -gimió el dueño del circo al concluir su vuelta número doscientos alrededor de la carpa, caminando sobre las manos-. ¡Nos damos por vencidos! ¿Qué quieren?
El loro carraspeó, tosió, tomó unos sorbitos de agua y pronunció entonces el discurso que le había enseñado el elefante:
-…Conque esto no, y eso tampoco, y aquello nunca más, y no es justo, y que patatín y que patatán… porque… o nos envían de regreso a nuestras anchas selvas… o inauguramos el primer circo de hombres animalizados, para diversión de todos los gatos y perros del vecindario. He dicho.
Las cámaras de televisión transmitieron un espectáculo insólito aquel fin de semana: en el aeropuerto, cada uno portando su correspondiente pasaje en los dientes (o sujeto en el pico, en el caso del loro), todos los animales se ubicaron en orden frente a la puerta de embarque con destino al África.
Claro que el dueño del circo tuvo que contratar dos aviones: en uno viajaron los tigres, el león, los orangutanes, la foca, el osito y el loro. El otro fue totalmente utilizado por Víctor… porque todos sabemos que un elefante ocupa mucho, mucho espacio…

Decreto 3155/1977
Emisor: Poder Ejecutivo Nacional (P.E.N.)
Sumario: Libros "Un elefante ocupa mucho espacio" de Elsa I. Bornemann y "El nacimiento, los niños y el amor" de Agnés Rosenstiehl; prohibición de su distribución, venta y circulación; clausura transitoria de Ediciones Librerías Fausto.
Fecha de Emisión: 13 de octubre de 1977
Publicado en: Boletín Oficial 19 de octubre de 1977 - ADLA 1977 - D 3865
Visto las facultades conferidas al Poder Ejecutivo por el art. 23 de la Constitución Nacional, durante la vigencia del estado de sitio, y
Considerando: Que uno de los objetivos básicos fijado por la Junta Militar en el acta del 24 de marzo de 1976, es el de reestablecer la vigencia de los valores de la moral cristiana, de la tradición nacional y de la dignidad del ser argentino.
Que dichos objetivos se complementan con la plena vigencia de la institución familiar y de un orden social que sirva efectivamente a los objetivos de la nación.
Que del análisis de las publicaciones tituladas "Un elefante ocupa mucho espacio" de Elsa Isabel Bornemann, y "El nacimiento, los niños y el amor" de Agnés Rosenstiehl, ambos de "Ediciones Librerías Fausto", surge una posición que agravia a la moral, a la familia, al ser humano y a la sociedad que éste compone.
Que en ambos casos, se trata de cuentos destinados al público infantil, con una finalidad de adoctrinamiento que resulta preparatoria a la tarea de captación ideológica del accionar subversivo.
Que "Ediciones Librerías Fausto" comparte dichos agravios y es contumaz en esa difusión.
Que actitudes como ésta constituyen una agresión directa a la sociedad argentina concretada sobre los fundamentos culturales que la nutren y los principales destinatarios de la acción de gobierno trascendente, lo que corrobora la existencia de formas cooperantes de disgregación social, tanto o más disolvente que los violentos.
Que una de las causas que sustentaron la declaración del estado de sitio fue la necesidad de garantizar a la familia argentina su derecho natural y sagrado a vivir con nuestras tradiciones y arraigadas costumbres.
Que conforme lo ha admitido la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el secuestro de una publicación y la clausura de una editorial se encuentran dentro de las facultades privativas del Poder Ejecutivo Nacional, acordadas por el mencionado art. 23 de la Constitución Nacional.
Por ello,
el Presidente de la Nación Argentina, decreta:
Art. 1º. Prohíbase la distribución, venta y circulación, en todo el territorio nacional, de los libros "Un elefante ocupa mucho espacio" de Elsa Isabel Bornemann y "El nacimiento, los niños y el amor" de Agnés Rosenstiehl, ambos de "Ediciones Librerías Fausto" y secuéstrense los ejemplares correspondientes.
Art. 2º. Dispóngase la clausura por el término de diez días de "Ediciones Librerías Fausto" con domicilio en Santa Fe 1715, Capital Federal.
Art. 3º. Lo dispuesto en el artículo anterior no impedirá la realización de las tareas administrativas, inherentes a "Ediciones Librerías Fausto".
Art. 4º. La Policía Federal dará inmediato cumplimiento a lo dispuesto en el presente decreto.
Art. 5º. Comuníquese, etc. – Videla – Harguindeguy.

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