En 1917 se produjo
en Rusia una insurrección que ejerció una gran influencia en el desarrollo
histórico del siglo XX. Por primera vez tuvo éxito un movimiento revolucionario
inspirado en ideas socialistas (particularmente en las de Karl Marx) que se
propuso transformar radicalmente las bases de la sociedad capitalista,
aboliendo la propiedad privada de los medios de producción y reemplazándola por
la propiedad colectiva. Para sus contemporáneos, la revolución rusa tuvo gran
impacto: algunos vieron con esperanza la posibilidad de que los ideales
socialistas del siglo XIX comenzaran a concretarse; otros temieron que su
expansión más allá de Rusia significara la pérdida de sus propiedades.
Sin embargo,
contrariamente a lo que pensaba Marx, la primera revolución socialista exitosa
no tuvo lugar en un país industrialmente avanzado. En 1917 el Imperio ruso
poseía una economía fundamentalmente agraria, con una población
mayoritariamente campesina, una clase obrera poco numerosa y una burguesía
débil.
En el Imperio de
los zares coexistían elementos característicos de una sociedad feudal (economía
de base rural, campesinos en estado similar a la servidumbre, aparato estatal
absolutista) con otros propios de una sociedad capitalista altamente industrializada.
A diferencia de Europa Occidental, en Rusia la industrialización no fue el
resultado de profundas transformaciones en la organización feudal de la
economía y la sociedad. La burguesía rusa no tenía capital suficiente para
impulsarla; por eso, para superar los obstáculos que significaban la enorme
expansión del territorio, el atraso tecnológico y la bajísima producción
industrial, fue necesario el capital extranjero. Atraídos por las ventajas ofrecidas
por los zares, las inversiones de capitales europeos (en especial franceses) produjeron
el crecimiento acelerado de la producción industrial. Pero sólo se
desarrollaron algunos centros industriales (Moscú y San Petersburgo, por
ejemplo), mientras que en la mayor parte de la sociedad no se produjeron
cambios.
El desarrollo
económico era muy desigual, la agricultura avanzaba a ritmo lento y no era
capaz de producir la cantidad suficiente de alimentos para una población tan
numerosa.
De esta
organización económica resultaba una sociedad formada por una gran mayoría de
campesinos pobres no propietarios de la tierra que trabajaban, un limitado número
de obreros industriales concentrados en unas pocas ciudades, y una minoría privilegiada
compuesta de nobles propietarios de tierras, un sector de campesinos ricos (kulaks),
altos funcionarios del estado zarista y una reducida burguesía industrial
asociada al capital extranjero. En este contexto económico y social se produjo
la revolución de 1917.
A comienzos de 1917
existían múltiples demostraciones de oposición social al régimen zarista. Los
grupos más perjudicados por la crítica situación rusa eran los campesinos, los
soldados y los obreros.
Los campesinos no
habían mejorado sus condiciones de vida, a pesar de que legalmente la
servidumbre se había abolido en 1861. La vida de 85 millones de campesinos pobres
empeoraba cada año, debido al crecimiento demográfico, a la falta de tierras y
a la escasez de alimentos. Sus quejas se dirigían fundamentalmente contra la
minoría de campesinos ricos.
La situación de los
soldados rusos que combatían en la primera guerra mundial era penosa. Cientos
de miles morían en el frente o resultaban heridos o capturados. Muchos de ellos
desertaban o desobedecían las órdenes de los oficiales zaristas, debilitando
aún más al ejército ruso en retirada. El gran número de muertes y la necesidad
de incorporar nuevos soldados repercutía negativamente sobre las familias
campesinas. Los hombres capacitados para trabajar eran enviados a combatir.
La vida de los
obreros industriales también era difícil debido a bajos salarios, aumento en el
precio de los alimentos y falta de combustible en las ciudades para afrontar los
duros inviernos. Las huelgas se multiplicaron y la situación se hizo más tensa
a medida que la economía se resentía por los efectos de la guerra.
Para hacer valer
sus demandas y coordinar sus acciones de protesta, campesinos, soldados y
obreros comenzaron a organizarse espontáneamente, formando consejos o comités,
llamados soviets. La proliferación de soviets de soldados, obreros y campesinos
creó las condiciones para que estallara una revolución social.
Insurrección
de 1917: del gobierno provisional al triunfo bolchevique
Las protestas que
se alzaban desde diferentes sectores sociales y políticos se agudizaron en los
primeros días de 1917. Se multiplicaron huelgas y movilizaciones callejeras
organizadas por los soviets. La oposición moderada criticó con dureza la
política del zar y éste disolvió la Duma. Entre el 23 y el 27 de febrero se
desencadenó entonces una agitación social que forzó al zar a abdicar. El poder
político quedó en manos de los partidos liberales, demócratas moderados,
socialistas revolucionarios y mencheviques, reunidos en la Duma, y se formó un
gobierno provisional presidido por Kerenski.
El gobierno de
Kerenski intentó consolidar el parlamentarismo, basado en el sufragio universal
y en la división de poderes, pero no logró ejercer su poder de manera efectiva.
Las protestas sociales, expresadas a través de los soviets, debilitaron al
gobierno. En la práctica había en Rusia un doble poder: el de la Duma y el de
los soviets.
El gobierno no pudo
dar respuestas a los reclamos de los sectores más desprotegidos y tomó una
decisión de gran peso político: continuar participando en la guerra. Esto
provocó un profundo malestar entre campesinos y soldados. Los soviets de campesinos,
por propia iniciativa, comenzaron a ocupar grandes propiedades rurales y a repartirlas;
los soviets de soldados abandonaron el frente de guerra y apoyaron a los campesinos;
los soviets de obreros, alentados por la propaganda bolchevique, ocuparon las fábricas.
Los partidos moderados y el gobierno eran incapaces de hacer respetar sus decisiones.
La crisis política favoreció la revolución social.
El dirigente que
con más claridad advirtió esta situación fue Lenin. Llegado del exilio,
escribió un artículo, Las tesis de abril, con el que convenció a los
bolcheviques de que era el momento de acelerar el proceso revolucionario. Sus
consignas fueron Todo el poder a los soviets y Tierra, pan y paz. Proponía
dejar la lucha parlamentaria y promover una insurrección desde los soviets que
habían organizado las protestas sociales. Su táctica resultó muy efectiva;
logró unificar las protestas contra el zarismo y el gobierno provisional. Su
consigna resumía las aspiraciones de una población hambreada y agotada por tres
años de guerra.
Los días 24 y 25 de
octubre, los soviets de Moscú y San Petersburgo, controlados por los
bolcheviques, con el apoyo de una Guardia Roja, integrada por obreros y
soldados armados, ocuparon los puntos clave de la capital imperial y tomaron
por asalto el Palacio de Invierno. En sólo veinticuatro horas, sin encontrar
demasiada resistencia, un pequeño grupo de revolucionarios ocupó el poder político
del vasto Imperio ruso. Un comité militar revolucionario anunció el éxito de la
revolución.
Las primeras
medidas del gobierno revolucionario (llamado Consejo de los Comisarios del
Pueblo), presidido por Lenin, intentaron satisfacer las demandas de campesinos,
obreros y soldados. Por ejemplo:
* Un decreto puso
en manos de los campesinos las tierras que poseían el Estado zarista, la
Iglesia y la nobleza.
* Los dueños de las
fábricas conservaron su propiedad, pero las empresas fueron puestas bajo el
control de los soviets de obreros para evitar que los empresarios sabotearan la
producción.
* Se iniciaron
conversaciones con Alemania para poner fin a la guerra y detener la constante
pérdida de vidas y recursos.
El
tratado de Brest-Litovsk
A pocos días de
tomar el poder los bolcheviques iniciaron conversaciones con Alemania para
establecer una paz por separado. Debilitados por tres años de guerra y con una
economía quebrada, los rusos firmaron un tratado por el que reconocían la
pérdida de amplios territorios. Un conjunto de naciones que habían estado bajo
el dominio del Imperio zarista (que agrupaban a la cuarta parte de la población
total del imperio) dejó de pertenecer al recientemente creado Estado soviético.
Lenin confiaba en que si se aseguraba el éxito de la revolución en Rusia podría
extenderse a Alemania. Los sectores nacionalistas acusaron a los bolcheviques
de acordar una paz vergonzosa, pero Lenin sostuvo que era necesario retroceder.
Tras la derrota de Alemania en 1918 el tratado fue anulado.
Comunismo
de guerra: 1918-1921
Las medidas tomadas
por los bolcheviques demuestran que no había un plan definido acerca de cuál
debía ser el rumbo de la revolución. Existían diferentes ideas sobre el modo de
instaurar el socialismo. Las primeras medidas económicas se completaron con la nacionalización
de bancos, ferrocarriles, marina y el repudio de la deuda externa. Sin embargo,
no fue abolida la propiedad privada en el sector industrial y en parte del
sector agrario (algunos dueños de fábricas y terratenientes mantuvieron sus
propiedades). Esto significó que se perfilaba una economía mixta en la que
coexistían la propiedad estatal y la propiedad privada de los medios de
producción; pero el estallido de la guerra civil aceleró el proceso.
Un grupo de
generales del ejército zarista (llamados "blancos"), apoyado por las potencias
occidentales, inició una rebelión contra el nuevo Estado soviético. Inglaterra
y Francia enviaron naves de guerra en apoyo de los blancos para asegurarse que
la revolución socialista no se extendiera a otros países europeos. La mayoría
de la burguesía industrial rusa (asociada al capital extranjero) y los
terratenientes (temerosos de perder sus propiedades) colaboraron con la
rebelión. Para afrontar la situación el gobierno soviético decidió nacionalizar
todas las industrias. El objetivo era asegurar el suministro de alimentos para
la población. Igualmente se obligó a todos los campesinos a entregar su
excedente de cereales. Pese a las confiscaciones de granos muchos campesinos
apoyaron a los bolcheviques, ante el temor de que el fracaso de la revolución
significara el retorno del régimen zarista y la pérdida de las tierras
obtenidas. Otros prefirieron ocultar los excedentes y comercializarlos en el
mercado negro. La existencia del mercado negro fue desde entonces un problema
que la economía soviética no pudo resolver. El conjunto de drásticas medidas
tomadas por el gobierno durante los tres años que duró la guerra civil se
conoce como "comunismo de guerra".
Se instauró
entonces la dictadura del proletariado. Esto es, un Estado en el que los obreros
(representados por el partido bolchevique) limitaban la libertad de los
opresores, de los explotadores y de los capitalistas para eliminar los residuos
de la sociedad burguesa.
Después de 1921, al
tiempo que se liberalizaba la economía se imponía un régimen político cada vez
más duro: fueron prohibidos todos los partidos políticos excepto el bolchevique
(se lo comenzó a llamar PCUS) y también las fracciones dentro de éste. Los que
realizaban críticas internas eran acusados de desviacionistas y de realizar
actividades antipartido. Se afirmó así un régimen de partido único.
Nueva
Política Económica: 1921-1928
Los tres años de
guerra interna produjeron una gran desorganización social. Las peores
consecuencias fueron: desabastecimiento de alimentos por la caída en la
producción agrícola y falta de productos industriales por el cierre de
factorías. Entre los dirigentes existían dos posturas opuestas: realizar un
plan de reformas lentas y progresivas o imponer una transformación radical y
acelerada; ambas alternativas para salir de esa situación y edificar el
socialismo. Con el apoyo de Lenin se impuso el primer criterio. El conjunto de medidas
adoptadas es conocido como Nueva Política Económica. El Estado mantuvo el control
de las principales industrias, del comercio exterior y del sistema bancario; a
la vez descentralizó la producción agrícola, el comercio interno y las pequeñas
industrias. Las principales medidas fueron:
* Suspensión de
confiscaciones de granos a campesinos y reemplazo por un impuesto de acuerdo
con la riqueza de cada uno. Los campesinos podían, pagado el impuesto,
comercializar libremente su excedente. Se buscaba estimular la producción y evitar
el mercado negro.
* Licencia a
cualquier ciudadano para establecer una industria con la limitación de contratar
un máximo de 10 o 20 obreros según el tipo de empresa.
Las reformas
tendían a crear una economía mixta. En pocos años la economía se reconstruyó y
el país recuperó los niveles de producción anteriores a la primera guerra
mundial. Sin embargo, entre los dirigentes persistían diferencias de opinión.
La política económica había permitido el enriquecimiento de los kulaks. Para el
sector liderado por Trotski (oposición de izquierda) los éxitos eran logros
capitalistas, y esto retrasaba la construcción del socialismo. Otro grupo
(liderado por Bujarin) sostenía que era necesario permitir el enriquecimiento
de algunos campesinos para garantizar la producción y para afianzar la alianza
entre obreros y campesinos que había posibilitado el triunfo de la revolución.
El
modelo stalinista
La muerte de Lenin
en 1924 acentuó la lucha interna por el poder. Luego de los debates sobre el
rumbo de la economía, emergió la figura de Josef Stalin, quien logró desplazar
a sus opositores (Trotski fue expulsado del partido en 1927).
Simultáneamente, se
produjeron problemas con la producción agrícola; el gobierno estableció un
precio más bajo para los cereales y muchos campesinos prefirieron acapararlos.
Frente al desabastecimiento en las principales ciudades, el gobierno (dirigido por
Stalin) decidió abandonar la Nueva Política Económica y cambiar drásticamente
el manejo de la economía. Las bases del modelo stalinista fueron la
colectivización forzosa y la industrialización planificada.
La política agraria
stalinista consistió en expropiar las tierras de los kulaks (considerados
enemigos del Estado soviético) y en organizar a los campesinos más pobres en
granjas colectivas (koljoses). Para lograr que el reemplazo de la propiedad
privada de la tierra por la propiedad colectiva fuera rápido, el Estado
incentivó a los campesinos para que se sumaran a los koljoses prometiéndoles
ventajas materiales y maquinaria moderna. En sólo seis años todas las tierras
cultivables fueron colectivizadas. Los campesinos opositores fueron perseguidos
y deportados. La colectivización se completó con métodos coactivos y significó
un duro enfrentamiento entre el Estado y gran parte del campesinado.
La rápida
industrialización fue el pilar de la política stalinista. Se creó un organismo (Gosplan)
encargado de recolectar datos de la economía para luego planificar hasta el último
detalle la actividad industrial en todo el país. El Gosplan diseñó un plan de
cinco años de duración (plan quinquenal) en el que se establecían las metas que
debía alcanzar la producción entre 1929 y 1933. La prioridad de este plan era
triplicar la producción de la industria pesada y quintuplicar la producción de
electricidad. Muchos de los objetivos fueron logrados, aunque al costo de
restringir el consumo de la población.
Concentración
de poder y burocracia
En el largo período
en que Stalin estuvo al frente de la Unión Soviética (1927-1953) se consolidó
un régimen político muy duro en el que no se toleraron oposiciones ni disidencias.
Desde 1933 se sucedieron purgas y procesos contra sospechosos de oponerse a
Stalin. Muchos hombres que participaron activamente en la revolución de octubre
fueron acusados de actividades antisoviéticas, y condenados a muerte o
encarcelados.
El temor le
permitió a Stalin y a sus hombres concentrar una enorme cuota de poder. Se
consolidó así un grupo de dirigentes (la burocracia) que se apoderó del aparato
partidario y estatal, que ocupó los puestos claves en la dirección de las
empresas socializadas y que obtuvo algunas ventajas materiales que los fueron
separando del resto de la población.
La consolidación
del modelo stalinista significó el abandono definitivo de las aspiraciones
democráticas de muchos revolucionarios soviéticos y el freno para los impulsos renovadores
de los primeros tiempos en el plano cultural.
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