El inicio de la primera
guerra mundial en 1914 marcó una línea divisoria entre dos épocas. Hasta ese
momento el capitalismo, a pesar de las desigualdades y conflictos que generaba,
se expandía exitosamente por el mundo. Parecía que nada podía detenerlo. Sin
embargo, el estallido de 1914 reveló que los países centrales estaban
dispuestos a enfrentarse tanto por sus necesidades e intereses económicos como
por el avance de ideas nacionalistas.
El estallido de la
gran guerra obedeció a causas económicas, políticas y también ideológicas. Un
componente de la ideología europea que tuvo una gran gravitación fue el nacionalismo.
En los años previos a la guerra se afirmaban en los pueblos de Europa sentimientos
nacionalistas cada vez más exaltados. En algunos casos, se trataba de pueblos que
se hallaban sometidos al dominio político de un Estado imperial, como los
serbios bajo el Imperio austrohúngaro o los pueblos sometidos al Imperio ruso
zarista. En otros casos, el nacionalismo expresaba los deseos de unificación o
expansión de las fronteras políticas, como era el caso de los alemanes, o el
orgullo de una nación derrotada, como Francia en 1870. El avance del
nacionalismo fue tan poderoso que hasta llegó a cambiar la posición de amplios sectores
del movimiento obrero: muchos socialdemócratas, inicialmente internacionalistas
y pacifistas, fueron arrastrados a posiciones nacionalistas y beligerantes.
Rivalidades
y alianzas
Desde la guerra
franco-prusiana, el sentimiento nacional francés había quedado herido por la
pérdida de los territorios de Alsacia y Lorena. La política exterior alemana
buscó establecer alianzas que le aseguraran aislar a Francia ante una eventual
revancha. Esta rivalidad franco-alemana fue el origen de diferentes pactos entre
los Estados europeos. Era difícil establecer acuerdos permanentes entre
potencias imperialistas que competían por mercados en un mundo ya repartido.
Por lo tanto, los pactos se renovaban periódicamente y no todos los acuerdos
tenían carácter público. Por encima de esta complicada trama de relaciones
internacionales quedó establecido un acuerdo defensivo antifrancés entre
Alemania y el Imperio austrohúngaro, conocido como la Tripla Alianza.
Francia, por su
parte, logró un acuerdo con Rusia y Gran Bretaña, la Triple Entente o Entente
Cordial, gracias a la penetración de sus capitales en el Imperio de los zares y
a la desconfianza que los ingleses tenían frente a la expansión industrial
alemana.
Debido a la
complejidad de los múltiples acuerdos existentes, el estallido de un conflicto
entre dos países podía desencadenar una confrontación continental. El 28 de
junio de 1914 un incidente hizo estallar este conflicto.
Un joven estudiante
bosnio de diecinueve años, miembro de un partido secreto panserbio de carácter
nacionalista, asesinó al archiduque Francisco Fernando, heredero del trono
austrohúngaro, en Sarajevo, capital de Bosnia. Ésta fue la excusa que los
austríacos tuvieron para atacar a Serbia. A partir de entonces, en pocos días
se sucedieron las declaraciones de guerra de país a país, hasta quedar casi
toda Europa dividida en dos bandos enfrentados: los aliados, nucleados por la
Triple Entente conjuntamente con Bélgica, Serbia, Italia, Rumania, Estados
Unidos, Grecia y Portugal; frente a los Imperios o potencias centrales unidos
por la Triple Alianza, junto a Turquía y Bulgaria.
Japón, por su
parte, halló la ocasión para apropiarse de las bases alemanas en China.
Sólo permanecerán
neutrales España, Holanda, Suiza y los países escandinavos.
Otras
situaciones que provocaron el enfrentamiento
El cambio en la
política exterior alemana por el ascenso al trono de Guillermo II y la destitución
del canciller Bismarck en 1890. Guillermo II impuso una política que pretendía
el logro para Alemania de la hegemonía mundial.
El surgimiento de
las potencias extraeuropeas: los Estados Unidos y el Japón.
El cambio
tecnológico propiciado por la segunda revolución industrial cambió la correlación
de fuerzas en Europa. Alemania amenazó el tradicional predominio de Inglaterra,
tanto en el terreno económico como en el militar.
El desarrollo
tecnológico también fue aplicado a la creación de nuevos armamentos y las
grandes naciones europeas emprendieron una carrera armamentista. Según un
cronista, nunca los Estados europeos habían mantenido tan gigantescos ejércitos
en tiempos de paz como a principios del siglo XX.
La política
imperialista que desplegaban todos los países agravó la competencia entre las
potencias europeas en busca de territorios y mercados para sus productos.
En este marco de
creciente competencia surgieron otros conflictos territoriales. Por ejemplo, la
rivalidad entre Rusia y Austria-Hungría por la hegemonía en la región de los Balcanes.
Europa
en guerra
El estallido de la
guerra no tomó por sorpresa a los mando militares europeos. Los alemanes tenían
un plan de ataque, el Plan Schlieffen, que consistía en atacar a Francia y derrotarla
en dos meses y luego incursionar en territorio ruso.
En agosto de 1914
las tropas alemanas entraron en Bélgica y ocuparon rápidamente el norte de
Francia. Sin embargo, Francia pudo movilizar velozmente a sus ejércitos gracias
a su sistema ferroviario. En septiembre, franceses y alemanes se enfrentaron a
lo largo del río Marne. En el frente oriental las tropas alemanas vencieron a
los rusos en Tannenberg; mientras el ejército austrohúngaro era derrotado,
teniendo que retirarse de Polonia.
La paridad entre
ambos ejércitos determinó que cesara el avance alemán y que cambiara el
carácter de la guerra: fue el fin de la guerra de movimientos y el inicio de la
guerra de trincheras.
El frente quedó
estabilizado a lo largo de ochocientos kilómetros. Los ejércitos apenas avanzaban
o retrocedían unos pocos kilómetros, lo cual demostró que ninguna alianza
estaba en condiciones de aniquilar a la otra. La guerra, que al principio
parecía iba a ser rápida, se mostraba ahora demasiado equilibrada. Los
contendientes iban a intentar nuevas técnicas como el empleo de gases tóxicos,
el bloqueo submarino y la creación de nuevos frentes. Esta situación generó un
progresivo desgaste y agotamiento en ambos bandos.
En febrero de 1916
el mando alemán, decidido a acabar con las trincheras francesas e inició una
ofensiva contra Verdún, pero durante diez meses las tropas francesas lograron resistir.
La ofensiva austro-alemana
en el frente oriental quedó detenida por la victoria rusa en Tarnopol.
Los frentes
abiertos para romper el estancamiento se hallaban en el Cáucaso, los Dardanelos
(batalla de Gallipoli) y Macedonia.
La
paz de Versalles y el liderazgo de Estados Unidos
El desequilibrio
entre las alianzas europeas se produjo con la revolución rusa y el ingreso de
Estados Unidos al conflicto.
La guerra aceleró
el hundimiento del gobierno zarista. La abdicación de Nicolás II llevó a la
firma unilateral de la paz entre Rusia y Alemania, el tratado de Brest-Litovsk,
por la que ambos países reconocían la independencia de Polonia, Ucrania,
Finlandia y las provincias bálticas. Era una medida impuesta por Alemania, que
se aseguraba así un cordón de seguridad en su frontera oriental.
Durante los tres
primeros años, los norteamericanos no participaron en las acciones militares.
Sin embargo, intervinieron en la guerra de manera indirecta: vendieron armas y alimentos
y otorgaron créditos a los países aliados. Esto resultó beneficioso para su
economía. Las empresas norteamericanas obtuvieron nuevos mercados para sus
productos industriales, ya que los países europeos debieron concentrar su
capacidad productiva en los requerimientos de una guerra inesperadamente
prolongada.
El factor que forzó
a Estados Unidos a romper su neutralidad fue el inicio, por parte de Alemania,
de la guerra submarina. La presencia de submarinos alemanes en el Atlántico no sólo
dificultó el desplazamiento de las naves de guerra aliadas sino que además hizo
peligrar el tráfico de barcos mercantes que abastecían de alimentos a Gran
Bretaña.
También contribuyó
el contenido del telegrama Zimmermann, interceptado por los servicios de
información ingleses. En dicho telegrama, enviado por el ministro de Asuntos Exteriores
alemán al embajador de su país en México, se apuntaba la posibilidad de una alianza
germano-mexicana con el fin de que, si Estados Unidos entraba en guerra,
soldados mexicanos marcharan hacia el norte, prometiéndole la recuperación, en
los acuerdos de paz, de Nuevo México, Texas y Arizona.
Firmada la paz con
Rusia, los alemanes trasladan sus tropas al frente occidental. En marzo de 1918
consiguen derrotar a los aliados en Picardía, pero en mayo, en la segunda batalla
del Marne, fueron detenidos por las tropas aliadas.
El envío de un
millón y medio de soldados norteamericanos a Europa inclinó el resultado de la
guerra en favor de los aliados, ante una Alemania agotada económicamente y
reducida a la defensiva. Se iniciaron conversaciones de paz, de las que se
excluyó a Alemania, a fin de acordar una salida negociada entre las potencias
vencedoras. El papel protagónico lo tuvo el presidente norteamericano W.
Wilson, quien propuso un programa de paz, los Catorce puntos, que fue la base
de los acuerdos finales.
Finalmente, en
septiembre de 1918, los generales alemanes pidieron el armisticio. La pérdida
de la guerra supuso para las potencias centrales una grave crisis política,
abdicando los emperadores Guillermo II de Alemania y Carlos II de Austria.
La conclusión de
este proceso fue la Conferencia de Versalles, celebrada en junio de 1919. Se
firmó un tratado que puso formalmente fin a la guerra, estipulándose las
condiciones con los cinco países vencidos mediante cinco tratados por separado
cuyos nombres corresponden a barrios parisienses: el de Versalles con Alemania,
Saint-Germain con Austria, Neuilly con Bulgaria, Trianon con Hungría y Sèvres
con Turquía.
Se propuso además
establecer una Sociedad de Naciones, organismo político internacional, con el fin
de hallar un ámbito en el cual resolver de manera pacífica los conflictos
internacionales. Sociedad de Naciones debía administrar las ex colonias
alemanas y supervisar los territorios perdidos por Turquía y confiados como
mandatos a otras naciones: Siria y Líbano a Francia, Palestina e Irak a Gran
Bretaña.
Europa se modificó
sustancialmente con la formación de nuevos Estados, la desaparición de los
grandes imperios convertidos en repúblicas y el sacrificio de Alemania, considerada
responsable.
El saldo de la
guerra fue de ocho millones de muertos y veintiún millones de heridos.
Otras
consecuencias
* Las numerosas
pérdidas humanas, que afectaron el desarrollo demográfico posterior.
* Los mutilados de
guerra, que fueron un trauma para la sociedad europea.
* Las destrucciones
en el norte de Francia, a veces con carácter irrecuperable.
* La decadencia de
Europa y el paso de sus mercados coloniales a Estados Unidos y Japón.
* El despertar de
los nacionalismos en el mundo de las colonias.
* El desarrollo de
los sindicatos y la incorporación de la mujer al trabajo.
* La aparición del
primer país socialista: la URSS, y el temor a la expansión de este proceso
revolucionario.
* La nueva
organización de las fronteras y del mapa político europeo.
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